sábado, 11 de septiembre de 2010

Alma

Aparecieron en la ladera de un antiguo pueblo. Eleonor caminó tras su padre, en su mente solo una cosa. Iacovo. Sabía que lo habían encontrado, estaba segura, aunque claro “él” no había dicho nada, solo la retiró de Spetralle avisando a los docentes que quizás se ausentaría unos días… ¿A qué venía eso?

Salieron del lugar y caminaron uno al lado del otro. Luego de unos minutos la vieron… la vampireza los esperaba.

- Llegan tarde – Dijo fastidiada

- Nosotros jamás llegamos tarde – Respondió Carlo

La chica puso los ojos en blanco.

- Bueno, bueno, como sea. Están dentro. - La rubia muchacha miró directamente a Eleonor a los ojos – Que lo disfruten – dijo sonriente, dejando ver sus colmillos y desapareciendo de la vista de los demás

- ¿Qué es lo que se cree esa mujer? – Bufó Eleonor

- En realidad no es una mujer… - Contestó Carlo - tampoco una niña. Fue transformada a los 17 años por… azares del destino. No se mucho de la Srta Kay… Tiene una ahijada que es metamorfomaga

- ¿Como Elizabeth?

- Si, justamente. He pensado que podría entrenarla – Dijo meditabundo – Hay algo importante de la vampireza que debes saber – Carlo miro a su hija con seriedad - jamás, jamás menciones o insultes a su maestro, puede llegar a perder el control por completo, entrando en frenesí. No le importará el apellido que tengas. En fin… a lo que vinimos cariño.

Frente a sus ojos estaba una vieja casa. Pequeña y miserable.

- Carlo, estamos listos – Dijo un hombre encapuchado que apareció de la nada

El padre de Eleonor asintió con la cabeza y entraron.

Todo fue muy rápido, los gritos, los llantos… la pelea. “Ele” vió como uno de los hijos de Iacovo huía de allí, por lo que ordenó a algunos hombres de su padre que lo siguieran y lo trajeran de vuelta. En menos de unos minutos todo estaba listo. La mujer de su tío estaba muerta en el suelo, junto a su hijo mayor. Vivos, solo Iacovo y un pequeño de 6 años.

- Eleonor, Tienes los honores – Le dijo su padre mientras apuntaba al niño

- Yo… pensé que…

- Claro, claro, pero después… primero quiero que sufra

- Padre…

- Nos estorba Eleonor

La chica miro al niño… esto no se lo esperaba, la verdad no estaba planeado así. En su mente quería lamentar lo que estaba a punto de hacer, pero no lo hizo. No pudo… no sabía como, jamás le habían enseñado a lamentar las cosas que hacía o pensaba.

- Ahora “El”, es el momento – Dijo Carlo mientras le entregaba un medallón redondo y de oro. En el centro tenía una hermosa gema morada, y por los costados lapiz lazuli con incrustaciones de la misma gema en forma de varias flores pequeñas. – Hazlo como te indiqué.

Observó al niño. Eleonor con la mirada fría y perdida pronunció:

- Avada kedavra.

El halo de luz verde inundó nuevamente la casa. La chica se concentró en el objeto y le dio la impresión de que todo a su alrededor había desaparecido. Sintió una fuerte presión en su sien y luego una punzada en el pecho que la ahogó. Cayó de rodillas al piso intentando respirar. Parecía que sus oídos se hubiesen destapado de golpe, porque recién en ese instante escuchó los gritos y llantos de Iacovo quien estaba luchando inútilmente.

Carlo se acercó y examinó con cuidado el collar.

- Se ha trizado la gema – Dijo sorprendido en un murmullo. Observó a su hija quien estaba notoriamente descompuesta. Se giró y plantó cara a Iacovo.

- Bueno, se acabó el jueguito “hermano”. Para que veas que soy un hombre compasivo te reuniré con tu familia de inmediato y el que huyó… no te preocupes, lo encontraré, igual como hice contigo.

El hombre miró a Carlo. Había dejado de luchar y su cara no mostraba nada más que dolor y desolación.

- Tu familia se hundirá – Fueron las últimas palabras que saldrían de su boca.

Eleonor levantó la mirada. Lo último que vio antes de caer inconciente fue una lágrima que rodó por la mejilla de aquel hombre destruido y un fuerte destello verde.

- ¿Dónde vas?

El chico que había salido por una de las ventanas se quedó de piedra.

- No me mates

La vampireza se acercó rápidamente, lo tomó por la chaqueta y lo lanzó fuertemente contra unos arbustos.

- ¿Dónde está? Acaba de salir, lo hemos visto. Dime Davies donde esta el chico

- Y yo que sé, acabo de llegar - Kay olisqueó el aire - Se fue hacia el sur. Va corriendo desesperado, pero lento… parece que cojea.

- Vaya… no sabía que podías determinar tantas cosas solo con oler el aire – comentó el encapuchado mas joven del lugar.

- Idiota – Dijo la vampireza entre dientes regalándole a los hombres la más falsa de sus sonrisas.

Cuando hubieron desaparecido de su rango de visión fue a buscar al chico quien estaba tirado en el piso atolondrado aún por el golpe. Sacó de su bolsillo un encendedor, chequeó la hora y se lo puso en la mano al niño.

- Lo que sea de ti ahora en adelante no me interesa

- ¿Por qué… me… ayudaste? - Dijo el muchacho torpemente

- Todos tienen derecho a una venganza

El niño abrió la boca para decir algo más, pero el objeto brilló y el, desapareció

- En unos años más esto será muy interesante - dijo Kay con una sonrisa infantil. Sacó un cigarrillo e hizo una mueca - Genial – Se dijo a sí misma molesta – Debo recordar no hacer mas trasladores con mis encendedores.

1 comentario:

  1. Ame la parte donde Davies se enoja por no tener encendedor xD, la entiendo es tan fastidioso cuando te quieres fumar un cigarro y no tienes como mierda prenderlo xD...

    Un giro interesante en la historia como seguirá, me intriga, actualiza mas yaaaaa (ojitos de gato con botas)

    te quiero ^^

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