- ¿¡En que pensabas!? Mi hija… un… un… ¿cómo has podido obligarla a hacer algo así? Partir su alma… eres…
- Basta ya Stella. Ella es fuerte, se recuperará.
Eleonor llevaba 9 días en cama. No estaba enferma, pero era lo que se había dicho a la luz pública. La chica no se movía de su habitación. De hecho casi no hablaba y solo se quedaba ahí, mirando la nada.
- Si mañana no se recupera la llevaré a San Mungo…
- ¡No! – Resonó fuertemente la voz de Carlo en el salón
¡Crac! Un Elfo doméstico había aparecido
- Disculpe Amo.
- La niña no está en condiciones elfo estúpido – Dijo Stella – diles amablemente que se retiren.
- Hazlas pasar Pholo. Yo las he invitado
¡Crac!
Stella fulminó con la mirada a su marido.
- No me gusta lo que veo en Eleonor ahora, Carlo.
- ¿Qué es lo que ves, querida?
- Te veo a ti.
Carlo hizo una mueca. Sonrió a su mujer, se acercó, le robó un beso y salió del salón.
Unas chicas del curso de Eleonor entraron a su habitación, cargadas de libros, partituras y flores.
- Ele, supimos que estabas enferma y tu padre nos ha dejado venir a verte
- Si, además te hemos extrañado bastante. Las clases de canto no son iguales. La estúpida de Adela se ha confundido las letras de las obras y ha dejado el caos en el ensayo. Se puso a llorar. Ya sabes como es - Dijo una de las jóvenes mientras ponía los ojos en blanco
- Han preguntado por ti… Blut.
Eleonor por primera vez ponía atención. Miró a Gianella con interés.
- ¿Ah si? ¿Que ha dicho? – Preguntó con falsa apatía, mientras se acomodaba en la cama
- Pues… bueno, como tenemos clases de canto con los de séptimo y tú no has ido se me acercó y me preguntó:
- ¿Dónde está Eleonor?
- Enferma – Contesté yo
- Hmmm…
- Iremos a verla esta semana - Volví a decir
- Hmmm… envíale mis saludos – Me contestó como molesto, se dio la media vuelta y se fue.
- Ese chico es extraño – Dijo una muchacha de lentes – Aunque es muy guapo
- Vaya, por primera ves escucho a Antonella decir algo realista – comentó Gianella
Las chicas se echaron a reír. Eleonor también. Sus amigas eran lo que le hacía falta.
A la mañana siguiente se levantó animada y tranquila, aunque sus ojos mostraban algo que pocos serían capaces de entender. Se fue a Spetralle y se reincorporó a las clases. En su pecho ahora lucía un hermoso medallón redondo…pobre iluso quien se atreviera a tocarlo.
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