sábado, 23 de octubre de 2010

Castigo

No había sido insolente, ni irrespetuosa, pero salir del salón en pleno ensayo del coro le había valido de todas formas un castigo.

- No son esos los modales que yo esperaba Eleonor – Le había dicho el director del coro – Sé que te sentiste ofendida, pero comprenderás que Blut exige perfección en lo que hace, no por nada es el mejor corista del colegio. Eres buena, pero no excelente y claramente necesitarás más horas de ensayo. La disciplina es la disciplina. No vuelvas a salir del salón de esa forma, ignorándonos a todos, porque pasas a llevar mi autoridad.

El director había guardado silencio y la chica asintió con la cabeza gacha. “A veces debes aparentar humildad, para poder salir airoso de un problema, Ele…” Le había dicho su padre alguna vez. Pidió permiso para retirarse, pero el profesor se lo negó

- Una semana de castigo Srta Monatti, para que aprenda la lección. Esta vez tu apellido no te salvará. Limpiarás todos los instrumentos dados de baja que tenemos guardados en el cuarto del salón oval… sin magia.

Y ahí se encontraba ahora Eleonor por segunda vez ya en la semana, sin varita y con un balde lleno de una extraña crema para pulir. El lugar era muy estrecho y había cientos de instrumentos apilados unos sobre otros. En una semana no terminaría esto. No podía creer que la habían castigado por algo tan estúpido, nunca había sido castigada, ni siquiera en Durmstrang. Siempre había sido una alumna ejemplar.

Resopló y comenzó a pulir un trombón. La habían suspendido de todas las actividades académicas, por lo que apenas se despertaba debía ir allí. El alimento se lo llevaban los elfos. Mientras trabajaba escuchó en el salón una voz familiar. Se levantó con tal rapidez que no tuvo cuidado y chocó con un estante, haciendo que se cayeran todos los instrumentos sobre ella. Luego de unos minutos la puerta se abrió.

- ¿Eleonor?

Blut se hallaba de pie en el umbral. Ella se levantó intentando no perjudicar el glamour que generalmente la caracterizaba. No funcionó mucho, estaba completamente bañada en polvo.

- ¿Necesitas algo? – Contestó ella como si nada hubiera pasado. Se sacudió el vestido y una pequeña nube gris llenó el ambiente.

El chico puso una extraña cara, parecía que le causaba gracia lo que veía. Se acercó a ella y le puso suavemente la palma de la mano en un costado del rostro.

- Tienes sucio…

Con el dedo pulgar intentó limpiar a la chica. La miró a los ojos y ella en silencio correspondió la penetrante mirada de él. No dijeron nada por largos minutos. Casi como saliendo de una ensoñación el chico parpadeó y salió del cuartucho, dejando la puerta abierta.

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