sábado, 23 de octubre de 2010

Infancia

Luego de una semana de limpieza agotadora Eleonor estaba recostada en su cama. La cajita de música que le habrían regalado a los 11 años luego de que fuese tatuada sonaba en el lugar. En sus manos jugaba con una rosa morada, sacada del jardín de su casa.

Despues del incómodo incidente con Blut no había vuelto a ver al chico, aunque si lo había oído... todos los días. En algún minuto pensó que él se abstendría de aparecer por el salón, pero no fué así. Simplemente la ignoró, como suele hacer.

Un suspiro se le escapó y frunció el ceño, le molestaba de sobremanera sentirse así... como... como si...

Olfateó la rosa y un claro recuerdo de su infancia llegó a su mente. Cerró los ojos

- ¿Donde está Eleonor? - Preguntó la mujer preocupada - No puede ser que otra vez esta niña no esté en la casa.

Ningún empleado o elfo de la casa supo responder. Comenzaron a buscarla por distintos lugares, pero no daban con ella. Carlo, su padre salió al jardín. Tenía una sospecha, pero no estaba seguro y sin embargo comprobó que estaba en lo cierto.

En el jardín trasero había una vieja escobera, descuidada y maltrecha. Allí vió unos zapatitos blancos. El se acercó silenciosamente.

- Tu madre está vuelta loca buscándote ¿Que haces Ele?

La niña salió con el pelo revuelto por completo, toda sucia, llena de tierra barro y hojas. Su vestido blanco ahora estaba café.

- Es que yo...

Carlo se acercó más y se metió entre los matorrales y vió un pequeño rosal blanco. Tenía un palito que afirmaba a la única rosa que había sobrevivido.

- ¿Que pretendías hija?
- Yo... quería cambiarle el color - Dijo mostrando su varita - Pero parece que cuando lo hago la debilito mas y mas.
- ¿Y que color querías darle?
- Morado

El tipo suspiró y le dió a su hija una pequeña sonrisa. Movió su varita y de inmediato la flor cambió de color

- ¿Te gusta así?

Ella sonrió

- Nunca había visto un rosal aqui en los jardines... nunca hemos plantado. ¿Tienes algo que ver?

La niña se puso roja y le explicó a asu padre con la cabeza cacha como era que se había robado unas semillas de por ahí y las había sembrado.

- Eso explica porque has desaparecido tantos días del ojo vigilante de tu madre. Me sorprender Eleonor y muy gratamente. Ahora vamos.

Salieron de allí y se encontraron con Stella que pegó un grito.

- ¿Pero que paso? ¡Estas toda sucia! - La tomó de un brazo y la llevó adentro mientras le repetía incansablemente que una señorita no debía jugar con tierra y un montón de cosas más.

Eleonor abrió los ojos. Su padre en aquella ocación le había prometido que cuidaría de su rosal y así lo hizo. Ahora el jardín de Los Monatti no solo ostentaba rosas moradas, sino tambien rojas, azules, negras, blancas, amarillas y damasco. Pero sus favoritas siempre serían esas. Por eso su padre siempre le enviaba a Spetralle un ramo. Probablemente una de las pocas muestras de cariño hacia ella.

La escobera aún existía, Carlo se había opuesto a que la derrumbaran y Eleonor pasó muchos años yendo allí a jugar, a veces se sentaba bajo un manzano y pasaba horas leyendo. Su madre nunca entendió porque ella prefería estar allí que en el hermoso y elegante jardín.

Hoy mas que nunca extrañaba su hogar y a las desordenadas de sus hermanas. En dos semanas más sería Navidad y podría irse a casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario