Blut cantaba en el centro del salón mientras Eleonor lo observaba en silencio. Cada vez que quería hacer un aporte, él la interrumpía y daba acotaciones incomprensibles para ella. Cuando el chico se encontraba cantando “In diesen heillgen” cometió un error en la vocalización lo que produjo que no pudiera llegar a un tono bajo, haciendo que sin querer su voz sonara graciosa.
Eleonor no se pudo aguantar y se largó a reír. Trató de detenerse pero no pudo, se tapó la boca para disimular.
Blut alzó una ceja y (aunque ella no lo podía decir a ciencia cierta) parecía que había hecho una pequeña y fugar sonrisa.
Después de ese suceso, los ensayos habían sido menos tensos entre ellos dos, aunque mantenían la distancia y el frío respeto que se tenían el uno al otro. Bastante seguido él la retaba, consiguiendo que ella se frustrara, sin embargo mantenía siempre la compostura, o casi siempre.
Llevaban tres semanas de arduo ensayo y Eleonor aún tenía dificultades con algunas canciones, pese a esto Blut insistió en que era hora de presentarlas a los demás miembros del coro. Estando en plena interpretación la chica perdió el tono de la canción, haciendo que él, que estaba al piano, se detuviera en seco.
- Me parece que la Srta Monatti no es lo suficientemente buena para este coro – Dijo el chico fulminándola con la mirada.
Esas palabras le dolieron a Eleonor. Quiso odiarlo, pero no pudo. Con los ojos ligeramente humedecidos la chica se acercó al piano y depositó las partituras justo frente a el.
- Quizás tengas razón – Dijo suavemente y fue lo último que expresó antes de salir profundamente herida del salón oval.
Una vez fuera, caminó al patio interior de la institución. Se sentó en una banca y suspiró. Si hubiese sido cualquier otro no se sentiría así, estaba segura. Se restregó los ojos para evitar que sus lágrimas salieran. Un Monatti jamás llora.
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